sábado, 26 de julio de 2014

El granjero y sus Hijos

Reflexión que nos muestra la importancia de la unidad en el cuerpo de Cristo
Los tres hermanos reñran con encono a causa de las tareas que les había en” cargado su padre. El mayor estaba parado junto a la puerta del establo, agitando con enojo los brazos. El segundo, frente a él, blandía el puño en un acceso de ira. Y el tercero estaba recostado contra el pozo, con las manos metidas en los bolsillos y en el rostro un aire terco y malhumorado.
El granjero vio reñir a sus hijos y salió de la casa con tres pesados palos atados formando un haz.
-¡Hijos! -les gritó-. Si tenéis tiempo para hacer una pausa en vuestra reyerta, quiero que tratéis de romper estos palos.
Los tres hijos lo intentaron, sucesivamente, apoyando el centro del haz en las rodillas y haciendo presión, con las manos, por los extremos. Pero la madera era resistente y no quería romperse.
Entonces, el granjero desató la cuerda que unía los palos y, tendiendo un palo a cada uno de sus hijos, les dijo: -¡Ahora, intentadlo!
Desde luego, cada joven partió en dos su palo, fácilmente.

-Como veis, hijos míos, si sois como los palos separados, cualquiera podrá romperos -dijo el granjero-. Pero, unidos, seréis suficientemente fuertes para soportar cualquier infortunio, y vuestra tierra prosperará.
Efesios 4:1-6
Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. 

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